Empresas, talentos, agua y peces

Desde hace varios años, venimos contando historias de empresas que terminaron desapareciendo por no comprender a tiempo los cambios del mercado. Conceptos como «mejora continua» e «incorporación de nuevas tecnologías», entre otros, eran los que circulaban por las oficinas de compañías que no querían tener el mismo final.

Esto llevó, hasta hace no mucho tiempo, a que algunas evolucionaran en sus productos, mejoraran sus servicios o intentaran hacer más eficientes sus modos de gestión frente a clientes, pero continuando con formas y mentalidades de trabajo inalterables en el tiempo, con culturas perdurables y, sobre todo, con ese viejo concepto de “estructura” de trabajo, como algo estanco e inamovible en cuanto a roles y jerarquías, prisioneras de una lamentable idea: “Si de esta forma me fue bien, para que la vamos a cambiar”.

Luego, de manera muy tibia, algunas comenzaron a comprender que, para generar verdaderos cambios hacia afuera, el gran cambio debía venir desde adentro, por lo que empezaron a repensar nuevas culturas y lógicas de trabajo.

Esto se vio fuertemente impulsado por el contexto de pandemia. No hace falta describir todo lo que ya sabemos, pero sí destacar que el mundo, el mercado, los clientes y la competencia ya no volverán a ser los mismos.

En este contexto de cambios e incertidumbres, ya no es una opción, sino una obligación de las empresas convertirse en lo que nosotros denominamos “empresas con formato agua”, y esto implica no sólo pensar en algunos cambios, sino también redefinir en forma creativa nuevas culturas, mentalidades y formas de trabajo.

Llevamos más de un siglo entendiendo y gestionando a las empresas en formato sólido, y las características de este tipo es que permanecen con la misma estructura a lo largo del tiempo, sin posibilidad de adaptarse a distintos recipientes (que simbolizan el mercado), sino que siguen manteniendo su formato y mentalidad más allá de los cambios de contextos. Esto, según nuestra visión, es una muerte anunciada en el corto plazo.

Las empresas con formato agua son aquellas que logran adaptarse rápidamente a diferentes recipientes (contextos y mercados), con formas de trabajos ágiles que rompen viejos conceptos de puestos estancos y de líneas jerárquicas que no hacen más que burocratizar los procesos de trabajo.

Son las que han comprendido que, frente a un contexto de cambios constantes y vertiginosos, deben reinventarse ágilmente y de manera continua. Esto no sólo es una necesidad (o una obligación) para las empresas, sino también para las personas que las componen, ya que no podemos crear compañías con formato agua compuestas por colaboradores con perfiles de estatuas que permanecen continuos e inalterables en el tiempo.

Las personas necesitan fortalecer o reconvertir sus perfiles en formato pez, para que sepan adaptarse y nadar con agilidad; de lo contrario, no van a poder sobrevivir mucho tiempo dentro de ellas.

Estos perfiles no sólo se logran con capacitaciones, sino principalmente con el desarrollo de nuevos comportamientos que les permitan ser más flexibles, animarse más a la innovación, salir de sus zonas de confort y reaprender, desarrollando una iniciativa constante hacia lo nuevo, pero, sobre todo, saber gestionar ansiedades, temores y frustraciones dentro de contextos de incertidumbres.

Por lo tanto, el desafío hoy es que las empresas pasen de su estado sólido al estado agua, con personas que conviertan sus perfiles de estatuas en peces.

NOVATIP | Partner en gestión de recursos humanos